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15 de agosto de 2025

FIN DEL ORDEN LIBERAL: TRUMP Y PUTIN ESCENIFICAR EL REGRESO DE LA LEY DE LA FUERZA EN LA POLÍTICA GLOBAL

Un inusual encuentro en Alaska entre los líderes de Estados Unidos y Rusia, transmitido al mundo, simboliza la consolidación de un modelo de diplomacia bilateral, personalista y basado en el poder duro, en detrimento del multilateralismo que rigió desde 1945.

Dos aviones presidenciales, el de Estados Unidos y el de Rusia, aterrizaron con minutos de diferencia en la base aérea Elmendorf-Richardson, en lo que se convirtió en una de las imágenes más reveladoras del momento geopolítico actual. No fue un gesto protocolar, sino una puesta en escena calculada para proyectar jerarquías y marcar un nuevo rumbo en las relaciones internacionales: negociaciones directas, de líder a líder, sin la mediación de foros multilaterales.

El presidente estadounidense Donald Trump recibió con alfombra roja y un breve paseo en la limusina presidencial a su par ruso, Vladimir Putin, a pesar de que este último enfrenta acusaciones de crímenes de guerra y una orden de detención de la Corte Penal Internacional. La señal, interpretada por analistas como inequívoca, es que consideraciones morales o jurídicas ya no condicionan la realpolitik.

Este encuentro, enmarcado en un escenario de debilitamiento extremo del multilateralismo, refuerza una tendencia: el reemplazo del orden liberal internacional —surgido tras la Segunda Guerra Mundial y basado en normas e instituciones— por un sistema de vínculos bilaterales personalistas, donde el poder duro es la moneda de cambio.

En este tablero, las decisiones clave se toman en círculos reducidos, con escasa transparencia y bajo una lógica de “macho alfa” y competencia estratégica por áreas de influencia. Aunque Rusia ocupa un lugar secundario frente a Estados Unidos y China en términos económicos y militares, su arsenal nuclear y el liderazgo de Putin le aseguran un papel en este exclusivo club de potencias.

La reunión en Alaska simboliza el abandono de consensos universales, la erosión del papel de la ONU y el uso instrumental de las reglas comerciales y jurídicas según la conveniencia de las grandes potencias. El derecho internacional público y humanitario, así como las normas de la OMC, ceden ante acuerdos transaccionales inmediatos.

Más que un cambio estructural, se trata de una mutación cultural: de un mundo imperfectamente regido por reglas a otro en el que la norma es la excepción y la fuerza dicta el orden. La cumbre Trump–Putin no es un hecho aislado, sino la confirmación de que, en la arena internacional, el futuro se decidirá en encuentros a puerta cerrada entre quienes concentran el poder y están dispuestos a ejercerlo sin concesiones.

 

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